SSD se está convirtiendo en el nuevo estándar de almacenamiento en dispositivos de consumo, desplazando a los discos duros.Sus ventajas en rendimiento, consumo, vibraciones, ruido o emisión calorífica son de sobra conocidas y a ellas, se han unido nuevos formatos aún más pequeños y rápidos, a la vez que los precios llevan bajando desde hace tres años.

Su penetración masiva solo es cuestión de tiempo, con previsiones que dicen que tres de cada cuatro PCs utilizarán estas unidades de estado sólido en 2020. Si has reemplazado algún disco duro con ellas o instalado una unidad junto a discos duros como veíamos en nuestras guías, las estarás disfrutando porque es uno de los componentes que ofrece mejoras inmediatas en cualquier PC.

Como parte de nuestras guías de compras navideñas, hoy señalamos las mejores SSD para cada segmento de mercado, no sin antes recordarte algunas consideraciones previas a la hora de adquirir la unidad de estado sólido que más te conviene.

Formatos

Hay varios formatos de SSD que conviene conocer. Los más populares y versátiles son los que utilizan el estándar de 2,5 pulgadas (igual que los discos duros). Si lo vas a montar en un ordenador portátil solo tienes que asegurarte que su altura sea soportada, porque existen unidades de 9,5 mm y 7 mm. Para ordenadores de sobremesa, puedes utilizarlos tal y como se entregan aunque lo ideal es comprar un adaptador a 3,5 pulgadas para un mejor montaje en una torre de PC.

El segundo formato más importante a valorar es el denominado M.2. Destinado a sustituir a los mSATA, sus ventajas en tamaño, peso y consumo sobre los que usan el estándar de 2,5 pulgadas, son enormes y se pueden utilizar en portátiles o sobremesa. También mejora en rendimiento dependiendo de la interfaz utilizada como luego veremos. Entre sus desventajas, podemos citar un mayor coste y menos versatilidad ya que no todas las placas base lo soportan.

Un tercer formato que podemos encontrar para equipos de sobremesa es el de tipo tarjeta pinchada directamente en un slot PCI de la placa base. En este formato se venden adaptadores para poder montar las M.2 anteriores en placas que no tengan un conector especializado.

Rendimiento – Buses de conexión

Otro elemento distintivo a la hora de comprar una SSD es su bus de conexión. Las unidades de 2.5 pulgadas se conectan a la interfaz SATA (no compres nada que no soporte SATA-III – 6 Gbps), mientras que M.2 se pueden conectar a SATA o a PCIe con un conector dedicado (aunque son éstas últimas las que marcan la diferencia).

La interfaz utilizada termina redundando en un mayor rendimiento y es una de las principales ventajas de las SSD. Cuando reemplaces un disco duro verás como tu portátil “vuelve a la vida” en tiempos de arranque, apertura de aplicaciones, transferencia de archivos y en rendimiento general de la máquina.

Sin embargo, no todas las SSD ofrecen el mismo rendimiento incluso bajo el mismo bus de conexión, derivado de las memorias utilizadas y especialmente de su controlador. El usuario que compre un SSD actualmente no debe conformarse con una unidad que no alcance los 500 Mbytes por segundo sobre SATA en velocidades de transferencia de datos tanto en lectura como en escritura. Hay SSDs muy baratas que rebajan este dato especialmente en escritura. Evítalas, no merecen la pena.

Las M.2 que utilizan PCIe son las unidades más rápidas que vas a encontrar en almacenamiento sólido de consumo. Utilizan la interfaz nativa PCI-e para disparar su rendimiento hasta un máximo teórico que llega a multiplicar por cinco el de las unidades de estado sólido conectadas a SATA. Aunque en sus inicios su precio era prohibitivo para el gran consumo, las distancias frente a SATA se han reducido y por ahí pasa el futuro del almacenamiento en PC.